Prolongando la Semana Santa se levantan altares en calles y plazas de Valencia conmemorando la festividad de San Vicente Ferrer, patrón de la Comunidad canonizado por el papa Calixto III. Es costumbre visitar su casa natal hoy capilla.
Allí se encuentra «El Pouet de Sant Vicent» (Pozo de San Vicente), del que se da de beber a los niños «para que hablen pronto, no padezcan de anginas, no juren en falso ni sean blasfemos».
Dentro de esta fiesta grupos de niños representan, siempre en valenciano, hechos prodigiosos atribuidos al santo dominico, los denominados «miracles» (milagros). Las representaciones se llevan a cabo en los catorce altares que se levantan en los distintos barrios de la ciudad, presididos siempre por la imagen del patrón. El altar más antiguo de los que se montan data de 1561 y se instala cada año junto al «Pouet de Sant Vicent».
Las fiestas de San Vicente Ferrer se inician el día anterior, con el traslado de la imagen del santo a los distintos altares, en los que tienen lugar las representaciones de los «miracles». El día de la festividad se celebra la misa y se hace la ofrenda floral en la casa natalicia de San Vicente Ferrer, donde se encuentra el «Pouet de Sant Vicent». Por la tarde tiene lugar una procesión que recorre el barrio de la Catedral y la bajada de la imagen del altar.